Un lugar al que regresar

Segunda parte de «This May Be Your Last Chance»… ¿Dato curioso? creo que es mi último relato escrito… ¿o no?… me empieza a fallar la memoria, será cosa de la edad…

Todo vuestro:

 

Un lugar al que regresar (This May Be Your Last Dance II)

– Todos tenemos un lugar al que regresar, Alma.

Ella sonrió. Triste. Cansada. Derrotada por la realidad.

– No, no todos. Hay una muerte más dulce que esta…

– ¿Muerte?

– Sabes lo que quiero decir…

– Te juro que no.

Antón suspiró con una tristeza opaca. Alargó su mano y dejó que sus trémulos dedos acariciasen el joven rostro de Alma. Fue la última caricia. Quizás en aquel momento él todavía no lo sabía, pero era cierto. Jamás iba a volver a sentir su piel contra la de ella.

– Escúchame, esto es lo que vas a hacer…

La joven se acercó lentamente al oído y dejó que sus palabras llenasen lentamente el mundo de Antón. Él cerró los párpados, se dejó transportar por aquel aliento dulce que acariciaba su cuello y le permitía viajar al pasado. ¿Quién dijo que no era posible volver atrás?, quiso pensar, y de hecho durante unos tiernos segundos, alguna parte de su corazón creyó realmente en esa posibilidad. “Volvamos”, se repetía, “volvamos”…

– …y yo jamás volveré a abrir los ojos.

Entonces ella le devolvió a aquella triste realidad. No, no se podía volver, alguien se había encargado de borrar las huellas del camino y todo cuanto habían recorrido era ya tan sólo un fugaz pasaje en su memoria.

– No quiero que lo hagas…

– Antón, querido Antón, hay cosas que ya no puedes controlar.

Alma se levantó en silencio. Su frágil cuerpo se tambaleó contra la luz de la luna, reflejando en una de las desnudas paredes de aquella habitación una sombra deliciosamente tímida, una sombra que ya no era la que había sido hasta aquella noche.

– Escúchame, todos nos vamos, todos. La vida nos lleva, así, de esta manera, en sus brazos hasta que de repente nos deja caer. Es decisión nuestra aceptar ese momento o labrar nuestro propio destino…

– ¿Qué estás diciendo, Alma?

Ella suspiro intentando encontrar las palabras adecuadas.

– … que estoy enferma, ¿qué me queda? ¿A qué puedo aspirar, ya? No. No es esto lo que deseo, la diferencia entre tú y yo, es que tu todavía no sabes en qué momento la vida va a dejarte caer de su abrazo. Yo sí. Yo tengo una fecha escrita en mi historia. Una fecha que se labra segundo a segundo en mi espíritu.

 

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